El deseo de todo padre es que su hijo crezca sano, feliz y tenga un gran éxito en todas las facetas de su vida.
Pero educar a un niño no siempre es fácil, y puede ocurrir que muchos padres, en un intento de darles todo a su hijos, abusen de la sobreprotección y terminen mimando a sus hijos.
Educar es una de las tareas más difíciles a las que se enfrentan los padres. Y, aunque no existen fórmulas mágicas, sí hay algunas cuestiones clave que tenemos que manejar con soltura.
El debate lleva años, y seguirá activo mientras haya tanta diferencia: unos padres defienden lo que llaman «de toda la vida», que es el autoritarismo que sus padres ejercieron sobre ellos mismos (castigos, cachetes, obediencia ciega, disciplina, etc.), y otros defienden el estilo educativo más democrático en el que se acompaña más al niño en su desarrollo para que vaya descubriendo cuáles son sus deseos, motivaciones e intereses.
Los niños piensan como niños, ven una oportunidad de juego en cada situación, aprovechan cada minuto para tener tiempo libre, sin obligaciones, sin normas, juegan y disfrutan del día. Por eso, es importante que, ante una situación de conflicto con los hijos, antes de actuar, de gritar, uno se pare a mirar desde la perspectiva del pequeño, su punto de vista, desde sus ojos.