Los labios son, sin lugar a dudas, el elemento que da sensualidad a la boca; constituyen la puerta de entrada del aparato digestivo y la apertura anterior de la boca.
Presentan una porción muscular central, de músculo esquelético, recubierta por fuera por piel y por dentro por una mucosa. La porción muscular central corresponde a músculo estriado voluntario, recubierto por su parte externa por piel, constituida por Epidermis, Dermis e Hipodermis, y en su parte interna por una mucosa, constituida por un epitelio de revestimiento, una lámina propia y una submucosa.
Usar los labios para chupar es una de las primeras habilidades que demostramos al nacer.
De hecho, es tan decisivo para nuestra supervivencia que se lo conoce como un «reflejo primitivo».
Nacimos sabiendo cómo succionar y no requerimos ningún aprendizaje para ello. Así es en casi todos los mamíferos.
Además de ser importantes para ingerir alimentos, los labios son fundamentales para hablar.
Los labios son una de las dos áreas que la lingüística señala como puntos de articulación que, en la boca y la garganta, ayudan a bloquear el aire que sale de los pulmones.