Sólo una persona que es víctima de una quemadura en el rostro o de una enfermedad que afecte el rostro, la apariencia, sabe lo que es estar marcado de por vida tanto física como mentalmente. Conozcan a Basma Hameed quien de pequeña se quemó el rostro con aceite de cocina, para luego pasar su vida visitando médicos, y después de más de 100 procedimientos, las cicatrices seguían. “Toma tu dinero y vete de vacaciones”…le dijo un cirujano plástico a Basma.
Pero eso ella no lo vio como el final del camino, sino como el comienzo de otro camino, el de ella misma, así que estudió el arte de tatuaje y creó su propio método al que llamó “tatuaje paramédico”, en el cual se utiliza un pigmento permanente el cual hace que coincida con el color natural de la piel de cada uno de sus pacientes.
Ella fue su primer paciente y después ha dedicado su carrera a ayudar a aquellos que no han tenido suerte con otro tipo tratamientos.