El amor real significa encontrar el vínculo, el valor y hasta la belleza, en cosas sencillas y ordinarias, en vez de exigirle eternamente a todas las cosas un drama cósmico, un entretenimiento o una intensidad extraordinaria.
El vínculo real entre dos personas se experimenta en las pequeñas tareas que realizan juntas: la conversación tranquila cuando se aplacan las faenas del día, la suave palabra comprensiva, la camaradería cotidiana, el estímulo en los momentos difíciles, el pequeño obsequio cuando menos se lo espera, el gesto espontáneo de amor.
En el amor romántico no hay amistad. El romance y la amistad son energías francamente opuestas, enemigos naturales con motivos completamente antagónicos. Muchas personas usan frases como: «No quiero establecer una amistad con mi esposo (o esposa), eso extirparía el romance de nuestro matrimonio.» Es cierto: la amistad elimina de la relación el drama artificial y la intensidad, pero también expulsa el egocentrismo y la imposibilidad, reemplazando al drama con algo humano y real.